Esto es, digamos, una nueva sección, en la cual se verán algunas minificciones, que pueden no ser buenas, pero si me dieron buenos momentos de entretenimiento al idearlas.
El niño se despierta en la madrugada esperando escuchar el llanto de su nuevo hermanito, pero el único sonido que sus infantiles oídos son capaces de detectar es aquel ruido constante de la tormenta que está cayendo sobre su casa. El niño se levanta de su cama, sobresaltado, algo no es normal en ese paraíso hogareño, algo falta, algo sobra. El pequeño se acerca tembloroso hacia la cuna que reposa a unos cuantos pasos de su cama, a la cuna en donde su hermano debería estar plácidamente dormido, a la cuna que en realidad está vacía. Nuestro pequeño héroe se sorprende, se asusta y está a punto de llorar, a punto de derrumbarse, pero no puede hacerlo, es la oportunidad de salvar a su hermanito y tiene que demostrar su valía a esos adultos que parecen quererlo tanto. El infante no sabe por dónde empezar la búsqueda de hermano menor, pero tan pronto el sonido de un trueno arriva a sus oídos, recuerda la historia de un monstruo que ataca a aquellos niños que no quieren dormir. <<Claro>> piensa nuestro protagonista, <<él se llevó a mi hermanito porque no quería dormir>>. Envalentonado por haber llegado a semejante conclusión por sí solo, el niño se acerca presuroso a la puerta de “la casa” de “él”, a la puerta del armario, y la abre sin dar espacio a ningún atisbo de duda, a ningún momento de miedo.
Éxito, ahí está su pequeño hermano, durmiendo con una respiración parsimoniosa y calmada, sin temer absolutamente nada. Nuestro héroe recoge victorioso a su hermano del suelo del armario y con mucho esfuerzo logra depositarlo suavemente en su lecho carcelero. Una vez cumplido su objetivo de búsqueda y rescate, nuestro protagonista regresa a su cama con forma de carro de carreras dispuesto a conciliar el sueño una vez más, sin haberse percatado de que la puerta del armario permanece abierta.
El niño no parece ser capaz de dormir, pues permanece emocionado después de tan escalofriante aventura, abre y cierra los ojos de forma incesante, anhelando el momento en que el sueño lo venza, más nunca sucede. El pequeño esta tan inmerso en sus pensamientos sobre dormir que no sé llega a dar cuenta que un ser camina hacia él. Su llegada es inminente pero el niño no lo ve. Lentamente, el cuerpo de nuestro héroe se resbala por la cama, se comienza a asustar pero no grita, él es más valiente que eso, algo lo sujeta del pie y tira de él bruscamente, haciéndolo caer al suelo. El niño levanta la vista, apanicado, y lo único que es capaz de vislumbrar antes de ser arrastrado hacia el interior del armario es una boca de dientes amarillos y colmillos puntiagudos formando una mueca burlona sobre su rostro. El armario se cierra, el niño está dentro, el niño grita, pero ya nunca saldrá.
Hmmm medio magra la "minificción" , ya que tan insistentemente pedías mi critica pues ahí te va...
ResponderEliminarSi bien el tema parece bien escogido , veo tu sintaxis y morfosintactica medio escueta todavía , no puedo dejar de mencionar lo asqueante de el uso de la palabra "apanicado" por ser foneticamente inferior y propia del vulgo que criticaria tu obra como -Esta sadica , pero cheeeda - o algo así...
Por lo demás esta bien , aunque ya te había dicho algo de las descripciones letanicas , quizás aquí te faltaron...