Tu piel inmaculada se presenta
ante mis ojos, haciendo nacer una sensación inquietante. Una sensación
perturbadora que así como me confunde me enamora, me enamora a cada instante.
La superficie de tu cuerpo emana el aroma que ansiaba respirar desde hace mucho
tiempo atrás, refleja el brillo del sol de una manera insospechadamente bella,
que cautiva el mirar de cualquiera que
se deje, como yo, y seguro estoy que unos cuantos más. ¿Cómo no caer rendido
ante la figura que proyecta tu silueta? ¿Cómo ser indiferente a tu andar? Si la
tentación es imposible de vencer y tu imagen imposible de olvidar. De todo lo
que eres, de todo lo que tienes, nada he podido probar, nada he podido obtener,
ningún deseo he sido capaz de callar. Y no sé qué hacer. No sé qué hacer para
quitarme estas ansías, estos deseos de conocerte tan sutil y profundamente como parte
de tu cuerpo, de explorar tus deseos, compartir tus sueños, acompañarte
en un viaje sobre las nubes, sin despegarnos del suelo. Estas ansías que me
consumen por dentro, y por fuera las oculto.
Y todo esto, es por tu piel.
El color indescriptible de tu tez,
el tacto que aún en sueños desconozco, el sabor que me imagino y el aroma de
tus poros. Crean en mi imaginación un sinfín de escenarios, todos teniéndote a
ti como protagonista, y a mí como un vulgar espectador que es invitado a
participar en la puesta en escena, quien no sabe qué hacer, pero disfruta cada
momento.
Y cuando me doy cuenta que no te
tengo, prefiero ponerme a pensar. Pensar en cómo, si te tuviera a mi lado,
vaciaría estas palabras sobre tu piel con tierna celeridad, convirtiendo mis
deseos en tinta sobre tu espalda y mis sueños en una gloriosa realidad.
Comentarios
Publicar un comentario