La piedra se mantiene en su posición
para que yo tropiece de nuevo con ella.
Durante la primera hora de la mañana
le entrego mi corazón a más de diez mujeres.
¿Qué fácil es para mí caer? me pregunto
después de observar el tercer rostro.
Más fácil, tal parece
de lo que me resulta levantarme, ya
que algunos prefieren caer
otros, tan solo disfrutan lastimarse
Yo soy de los primeros,
fanático exacerbado del amor fugaz
que en un segundo daría su vida,
e incluso algo más
si aquella mujer le sonríe
o le saluda de beso
o tan solo por verla pasar.
Yo soy un romántico como el que más,
el que tropieza con la misma piedra
para volverse a levantar.
Aunque si algo he de aceptar
es que disfruto la caída
como el placer del olvido.
El olvido del amor que
al nacer olvida el hecho
que es un amor que no será.
El amor que es un remedo de sí mismo
e impaciencia,
un dolor perdido que nadie sufrirá
solo aquel que tropieza con la piedra
y lo empieza a disfrutar.
Comentarios
Publicar un comentario