Hoy volví a pensar en ella. Esta vez fue en mis sueños.
Todo comenzó hace más de veinte años. Ella era la chica en la que nadie se fijaba, yo, era un simple adolescente más. Recuerdo claramente el día en que hablé con ella por primera vez, recuerdo su sonrisa, sus ojos, diablos, recuerdo incluso el aroma de su pelo. Un aroma exquisito, pero completamente indescriptible. Encontrarla fue un hecho fortuito, una simple combinación de probabilidades, pero fue lo mejor que me paso en esa época. Nos hicimos amigos, cercanos, muy cercanos. Compartimos aquellos momentos en los que nos conocimos de una manera tan profunda que es imposible olvidarlo. Ella se entregó a mi placer, yo me entregué a su delirio. Ese momento, vi lo que nunca había visto en nadie, vi la perfección. El tiempo pasó y el muy maldito me alejó de ella, nada pude hacer para mantenerla a mi lado, pero no me importó. Pensaba que en algún momento de mi vida la encontraría de nuevo, y sería mía otra vez.
Tantos años han pasado y justo hace una semana, las probabilidades volvieron a combinarse de manera acertada. Una mirada me bastó para darme cuenta que era ella. Pero ella no me vio.
Cuantos sentimientos pudo provocar esa mujer en tan solo un segundo. La vi, y era justamente igual a aquella jovencita que años atrás se había adueñado de mi juvenil corazón. Pero algo había cambiado. Su pelo ya ondeaba con la experiencia que traen los años, sus ojos denotaban una grandeza que soy incapaz de emular, su piel tersa como si tuviera aquella de hace tantos años, y sus labios, sus labios carnosos y apelantes, parecía como si todo este tiempo me estuvieran esperando, brillaban y coqueteaban para mí. Me forcé a apartar la vista de ella cuando el hombre que la acompañaba se percató de mi tan intensa indiscreción.
Qué raro es todo esto, desperté esta mañana esperando tenerla a mi lado. Pero no.
A mi lado amaneció otra mujer.
Una mujer a la cual no quiero, a la cual no extraño cuando está lejos, de la cual no disfruto sus besos, ni sus caricias, a la cual ni siquiera conozco. Y he estado casado con ella desde hace 10 años.
La frustración me invade estos momentos, ¿Cómo diablos estoy viviendo mi vida con ella? ¿Por qué? Me maldigo una y otra vez por todas aquellas decisiones que tome en mi existencia que me han llevado a este momento. A despertar en la misma cama que una simple sombra. Una sombra de todo lo que he querido, de todo lo que “ella” fue para mí, de todo lo que ella es. Una vil sombra, que me ha eclipsado por completo la luz que ese amor de antaño emanaba y me ha dejado envuelto en una penumbra que parece nunca acabar. Con quien estoy es y será la sombra que me acompañará por el resto de mi vida, no importa a donde vaya, ella me seguirá, quiera o no.
No, no, ¡no! No puedo dejar que esto acabe así, no puedo estar con alguien así. Creía amarla, tan solo creía.
Tendré que buscar una nueva luz, aunque aquella con la que sueño una y otra vez este lejos de mi vida, y si no lo consigo, tendré que resignarme a vivir en la oscuridad.
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